La noticia ha llegado como caída
del cielo y me viene de perlas, tanto para darle algo de vidilla al blog como
para el desahogo personal y el desagravio, pues me sirve de excusa para
explayarme sobre uno de mis grupos favoritos, intentando tal vez –en la medida
de mis humildes posibilidades– revertir la injusticia que los condenó
prácticamente al olvido; y mira que siempre me ha costado hablar de “grupos favoritos”
(hay tantos… y cada cual puede estar entre los “favoritos” en una o varias
facetas, en uno u otro momento, en un género u otro…), pero es cierto que –lo
mismo que sucede en cuanto a estilos musicales o particularidades de sonido–
uno tiene sus debilidades. Y El Fantástico Hombre Bala está entre las mías…
Sí, hace cosa de una semana me
enteraba por mi amigo Víctor (Veethka para cuadrilla y allegados) de que el grupo barcelonés había anunciado –de
momento más bien tímidamente, con una pequeña reseña de 1-12-2012 en la página
web de Morti y Ex Mundus (http://www.mortiexmundus.com/noticias.htm), otra de
las formaciones del carismático cantante– su
regreso “a los escenarios y al estudio”. Sobre la vuelta al escenario ya he
podido saber -¡demasiado tarde!- que actuaron el 6 de diciembre de este año 2012 para conmemorar
los veinte años de vida del Garatge Club en Barcelona. Hay material colgado en
el “caralibro” del citado local, y desde luego la cosa no tiene mala pinta,
aunque al parecer fue una actuación cortita. Si me entero de cualquier otro
concierto haré todo lo que esté en mi mano para no perdérmelo, para que no me
ocurra lo que recientemente con Devin Townsend en Durango... Lo que está por
ver es lo del regreso al estudio, aunque es de suponer que si lo anuncian así
es porque piensan publicar algo nuevo, lo cual es para mí (y unos cuantos
colegas FHB-adictos) un auténtico notición. De hecho, ya está disponible en Internet
una pista de audio, a modo de aperitivo, con varios cortes de lo que tal vez
están preparando, incluyendo nuevas auto-versiones de antiguas canciones de anteriores
discos de estudio y un tema recién horneado, que al parecer lleva por título “Mundo
demencial” (muy propio de Morti, jeje). Podéis escucharla aquí
Podría dedicarme a cacarear datos
que en realidad desconozco (por no haber almacenado) sobre su biografía,
discografía, vida y milagros; pero para algo está la Wikipedia, y para algo
está este blog… Así que lo que haré será aburriros relatándoos mi experiencia personal,
y los motivos que hacen que, para algunos, el retorno de FHB sea una especie de
ansiado milagro, tan inesperado como ilusionante. Supongo que ya vais pillando
que esto es una arenga mal encubierta para la defensa y difusión de una banda
que, francamente, lo merece.
A una edad y en un tiempo en que
el poder adquisitivo y la información de un adolescente estaban severamente
limitados, yo sabía de la existencia de un grupo español con el llamativo
nombre de El Fantástico Hombre Bala, pero sólo por haber leído algo sobre ellos
en una revista (no sé si “Heavy-Rock” o “Kerrang!”) en la que se les
identificaba con lo que entonces llevaba ya unos años triunfando al otro lado
del “charco” (con Seattle por particular Meca, para más señas…). Por eso y por
haber escuchado alguna vez, más bien de refilón, “Sin filosofía” en la radio de
algún garito. Por aquellas fechas sólo accedías a la música cuando alguna vez
amasabas una pequeña fortuna (unas 3.000 pelas de aquéllas, que ya estaba
bien…), cuando un amigo te dejaba la cinta, el vinilo o el CD correspondiente,
o cuando se los afanabas a tus hermanos. Y la información venía del boca a
boca, las revistas de música o los escaparates y tenderos de las tan añoradas y
prácticamente desaparecidas tiendas de discos (al menos en Logroño ésa es hoy la
cruda realidad). En definitiva, por una u otra razón, no conocí en profundidad
a FHB al tiempo de su primer LP.
Fue en 1997, cuando, con diecisiete
“añazos”, tuve la suerte de conocer su
segundo trabajo, “Estigmas”, a través de esa tienda de alquiler de discos
–otro tipo de establecimientos entrañables, pese a su efímera vida– llamada
Digital Play. Quizá la impresión de que por las pintas de los tipos y los
comentarios en prensa debían de ser “de los míos”, el vago eco en mi cabeza de
“Sin filosofía” y el toque enigmático de la portada me animaron a hacerme con
él, y… ¡bingo!
Vengo hablando de uno de mis
grupos favoritos, pero, para ser más certero y honesto, debería hablar de uno
de mis discos favoritos; porque, en realidad, si adoro a FHB es
fundamentalmente porque venero “Estigmas”. Para mí, uno de los mejores discos de rock de los 90; y no me refiero al
panorama del rock nacional, me refiero a que lo tengo a la altura de obras
internacionales de culto de la época; me atrevería incluso a decir que de aquel
entonces y de siempre.
Desde el primer momento me di
cuenta de que lo que estaba sonando era de calidad, pero tampoco fue un disco
que me atrapara al instante (algo en común, por cierto, con lo que ya me había
sucedido con otros grandes de mi Olimpo particular). Fue tras unas escuchas
cuando entendí que era un disco redondo, que lo tenía prácticamente todo,
intensidad, frescura, técnica y brillantez. Vamos, lo máximo a que en mi
opinión se puede aspirar, al menos dentro del amplio espectro del rock: pasión, creatividad y saber hacer. No
estaba mal traída la etiqueta de “grunge” o “postgrunge”, precisamente porque
esa categoría, quizá producto de la mercadotecnia, tiene sin embargo la virtud
de incluir entre sus máximos exponentes a artistas que, por más variopintos que
sean, tienen en común que en un momento dado decidieron hacer la guerra por su
cuenta y jugar, partiendo de una base de rock duro o de cierto voltaje, con
otros sonidos, ritmos e influencias, reemparentándose curiosa y directamente, a
su vez, con antecesores del rock a punto de ser olvidados bajo cierta capa de
sofisticación y maquillaje glam que se había venido instalando en el rock de
los 80. Vaguedades aparte, “Estigmas” me convenció de que era la obra de unos
adelantados a su tiempo; pero el tiempo y la realidad no me han dado la razón,
porque apenas puede decirse que creara tendencia, y las tendencias posteriores
dentro del ramo (léase Creed, por poner un ejemplo) fueron mayoritariamente en
otras direcciones. Es decir, quedó como una rara
avis, sin descendencia ni ubicación, por lo que a día de hoy tiene una especie
de aura de atemporalidad, pese a que su sonido sí sea más o menos datable
(remasterizado podría sonar brutal).
Once temas con personalidad y de
entre los que resulta difícil hacer
recomendaciones concretas, componen un disco con una atmosfera
predominantemente enérgica y oscura –sin ser por ello pesada o manida–, en la
que también se suceden fases de cierta dulzura con accesos de agresividad;
bases poderosas (hoy el disco puede sonar un pelín apocopado en comparación con
lo que se escucha por ahí, pero también ha llovido bastante desde su grabación)
y muy variadas, que tan pronto incitan a cabecear a lo “headbang”, como a
reflexionar, o incluso a bailar en determinados pasajes; melodías ingeniosas,
cambios de registro y letras brillantes con abundantes alegorías religiosas que
aportan unidad o conexión al conjunto (no sé si tenían verdadera intención de
hacer un disco conceptual, pero más o menos lo es). Batería de auténtico lujo
(al parecer, Charly Sardá es el batería que graba y gira con Manolo García), bajo con presencia, guitarras con recursos de
sobra y gusto exquisito; y todo ello al servicio de la sugerente y certera voz
de Morti, quien, afortunadamente, tiene en la actualidad ganada al menos una
modesta popularidad, quizá más por otros proyectos posteriores (Bushido, Ex
Mundus, Skizoo). Una de las mejores voces del rock español de todos los
tiempos, captada posiblemente en su mejor momento de forma.
Todo es opinable, pero os aseguro
que nada de lo anterior es mentira. Así que os invito a todos a escuchar este
discazo. Los que ya lo tengáis, para degustarlo y volver a reivindicar lo que
es justo (que esto se conozca y no se pierda). Los que no, porque si os gusta
el rock (alternativo o como lo queráis denominar) de verdad lo necesitáis.
Desde “Soy” hasta “Combustión espontánea”, os esperan unos tres cuartos de hora
de fuerza, inspiración, sensibilidad y originalidad.
Se suponía que aquél iba a ser su
disco de consagración con EMI, tras un primer lanzamiento (“Tierra de cerdos”)
que tampoco debe ser menospreciado y que llegó a tener su repercusión en los
medios. Pero, por motivos que jamás he llegado a conocer y que llevo más de una
década lamentando, todo se truncó con la inexplicada separación de la banda al
poco tiempo de la publicación de “Estigmas”, sin haber podido apenas ser interpretado
en directo y con unas ventas al parecer peor que mediocres. Quizá la apuesta
fue demasiado arriesgada y eso les pasó factura… Nunca he sabido por qué
terminó la historia. No tuve noticias de que Morti estaba vivo (y cantando)
hasta muchos años después y por otras aventuras musicales. No me digáis que no
queda todo envuelto en un halo de misterio: ¿acaso “Estigmas” y/o FHB fueron un
sueño? Pues parece que no.
En fin, brindemos por que el 2013
venga con un nuevo disco de FHB bajo el brazo y que podamos disfrutar viéndolos
pronto en directo, ya que en su día no pudimos hacerlo. No creo que se trate de
un retorno por simple negocio, precisamente porque dudo mucho que en su día se
forraran con el proyecto ¿Y qué tal unas reediciones de las que últimamente se llevan
tanto, con un ejemplar de la edición original y otra remasterizada? Puestos a
desear…
¡Salud y música!
Fofi
P.D.: Superado el fin del mundo
maya, The End les desea un nuevo ciclo vital próspero y milenario. Les
mantendremos informados de nuestras peripecias.